viernes, 23 de abril de 2010

El precio de tu futuro.

3.100 €. Ése es el precio de tu futuro, o del tuyo, o del tuyo. Seguramente este precio sea una ganga comparado con el tuyo. Como a más de uno/a le habrá pasado/a, el otro día recibí a las 21:00, la llamada del millón: "Hola buenas noches, le llamamos de la academia tal para ofrecerle la realización de un curso cual. Vemos aquí en su información -Oiga, ¿de dónde ha sacado mis datos?- que tiene usted un perfil perfecto ya que domina dos idiomas, está dentro del rango de edad y altura, bla, bla, bla. Nos gustaría explicarle las condiciones del curso ya que dado su excelente perfil le va a reportar grandes beneficios... -Sí, pero ¿cuánto vale el curso?-... Eso no se lo puedo decir por teléfono... -¿Pero por qué?-... Por política de empresa... . Cuando se trata de venderte algo, uno tiene un perfil tan bueno, que en lugar de repartir currículums a diestro y siniestro, le dan ganas de meterse a modelo. En fin, que no hay manera de hacerle largar el precio por teléfono, así que por aquello de no cerrarle las puertas a nada en informarme de verdad, decido concertar una cita.

Después de esperar durante un rato a la entrevistadora, me hacen pasar a un pequeño despacho, donde por fin me dan el susto. Y se quedan tan frescos, oye. A una persona como yo que por fin está arrancando, que (por suerte) está metida de cabeza en el mundo laboral, dentro de las condiciones ¿impuestas? por la crisis que estamos viviendo, le comentan alegremente que se desembolse toda esa cantidad de dinero, poniendo un euro detrás del otro, sin garantizar un puesto de trabajo, por supuesto.

Pues así están las cosas. Uno se hincha de estudiar en el colegio, instituto, universidad, para labrarse un futuro, pero luego lo único que encuentra son rastrojos para quemar, o lugares en los que no paran de torearle a uno, para luego echarle la culpa a la crisis, que en estos tiempo es un recurso muy socorrido. "Pues haberte metido a médico"... claro, o a torero, no te fastidia, así estaría todo el día con el capote, ole y olé.

2 comentarios:

Pallando dijo...

La regla de oro es: si es demasiado bueno para ser verdad, lo más probable es que no lo sea. Y la segunda regla de oro: lo que no te dicen es la pega. Cuanto menos te digan, más pegas hay. No tienes ni que concertar cita para saberlo porque a esta gente parece que les han enseñado los trucos el mismo a todos.

Kai dijo...

Pues sí, muy cierto.