domingo, 6 de diciembre de 2009

Paso-inspiración-barrida.



"Cada mañana iba, antes del amanecer, en su vieja y chirriante bicicleta, hacia el centro de la ciudad, a un gran edificio. [...]

Cuando barría las calles, lo hacía despaciosamente, pero con constancia; a cada paso una inspiración y a cada inspiración una barrida. Paso-inspiración-barrida. Paso-inspiración-barrida. De vez en cuando, se paraba un momento y miraba pensativamente ante sí. Después proseguía paso-inspiración-barrida.

Mientras se iba moviendo, con la calle sucia ante sí y la limpia detrás, se le ocurrían pensamientos. Pero eran pensamientos sin palabras, pensamientos tan difíciles de comunicar como un olor del que uno a duras penas se acuerda, o como un color que se ha soñado. Después del trabajo, cuando se sentaba con Momo, le explicaba sus pensamientos. Y como ella le escuchaba a su modo, tan peculiar, su lengua se soltaba y hallaba las palabras adecuadas.

-Ves, Momo- le decía, por ejemplo-, las cosas son así: a veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga, que nunca crees que podrás acabarla.

Miró un rato en silencio a su alrededor; entonces siguió:

- Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.

Pensó durante un rato. Entonces siguió hablando:

- Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente.

Volvió a callar y reflexionar, antes de añadir:

-Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser.

Después de una nueva y larga interrupción, siguió:

- De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido, y no se está sin aliento.

Asintió en silencio y dijo, poniendo punto final:

-Eso es importante. "





Momo es una fantástica historia llena de moraleja. Esto de aquí arriba es mi fragmento preferido dicho por mi personaje favorito: Beppo Barrendero. Si queréis saber quién narices es Beppo, os invito a que leáis la historia, pues seguro que os daréis cuenta de que no ha sido una pérdida de tiempo ;)


Muchas veces, cuando monto en bicicleta para ir al curro, me acuerdo de Beppo. Por suerte mi bicicleta no está vieja ni está rota, aunque si que chirría algo, y no puedo evitar el ir reflexionando todo el camino sobre las cosas que me pasan a diario.


Desde que empecé en mi actual trabajo el cual significa mucho para mí, ya que es el primero que en el que puedo decir que voy "en serio", no se trata de uno temporal para practicar, o para costearme las graciosas tasas de la carrera, sino uno con el que ir creando currículum e ir labrándome el futuro; no dejo de oír comentarios del tipo "Ya te hartarás en cuanto lleves tres meses", o "Estás ilusionado porque acabas de empezar". Es verdad que yo nunca he podido sentir el hastío de la rutina ya que, entre otras cosas debido a mi afán curioso y explorador, no he parado mucho tiempo en el mismo puesto de trabajo. Esto hace que me plantee y me preocupe un poco sobre el hecho que puede que esas personas tengan razón: es la novedad y por eso el aburrimiento rutinario aún no me molesta, pero lo hará tarde o temprano. Veo a algunos de mis compañeros/as que llevan mucho más tiempo que yo llevando a cabo la misma actividad cansados, ahítos por realizar siempre las mismas acciones. Es en estos momentos cuando más me acuerdo de las sabias palabras de Beppo e intento enriquecer mis propias actividades para que no me acurra lo mismo que a ellos: a cada paso, una inspiración, y a cada inspiración, una persona satisfecha con mi trabajo, al que procuro entregarme al cien por cien y en el que pongo de mí lo mejor.